Los productos de agricultura industrial que encontramos cada día en las grandes superficies y en el comercio tradicional no son garantía de calidad y salud (transgénicos, uso de pesticidas altamente perjudiciales para el medio ambiente …), y pueden repercutir en nuestra alimentación.
Por otra parte, también se deben tener en cuenta sus repercusiones sociales, derivadas de la reproducción de sistemas de explotación laboral. Estos mecanismos han generalizado las condiciones precarias para el/la agricultor/a, que apenas recibe un ínfimo porcentaje del precio del producto, las cuales se acentúan en el caso de los trabajadores inmigrantes «sin papeles» sin olvidar las consecuencias para los países del Tercer Mundo, en los que el cultivo masivo e indiscriminado de determinados productos destinados a las grandes exportaciones, contribuye a desequilibrar su propia economía interna.
Fuente: web de Bajo el Asfalto está la Huerta
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